Diario de una pañoleta en Suiza: Día 7

Al parecer la sexta hoja estaba partida a la mitad, aquí tenemos la otra parte

«Día 6:

Tocaba ponerse las botas, ponerse la mochila al hombro y emprender la marcha que iba a durar dos días. Íbamos a hacer la vía ferrata. Algunas pañoletas íbamos un poco nerviosas ya que era la primera vez que hacíamos algo así, ¡y encima en la

de Kandersterg! Fueron unas buenas horas donde tus puntos de apoyo eran solamente

clavos, cables y algún que otro puente de metal que parecía que se iba a venir abajo. Tu seguro de vida eran dos mosquetones que te sujetaban a un cable y que tenías que

desenganchar cada muy poco tiempo (uno de cada vez por supuesto) Se dice que se perdieron la parte de abajo de unos pantalones al abrirse una mochila y caerse al vacío. Lo tomaremos como una ofrenda a los Alpes. Estando ya arriba disfrutamos de las imponentes vistas mientras disfrutábamos de unos refrigerios antes de emprender la marcha hasta el albergue de Ueschinenhüte.

En ese albergue vivimos el primer momento donde nos dimos verdaderamente cuenta del grupo tan extraordinario que éramos. Una pañoleta ubetense, casi madrileña también porque así es ella, nos leyó un precioso texto que nos abrió un poco el corazón a todas y dio pie a una maravillosa ceremonia donde por primera vez, aunque ya lo supiéramos, nos dijéramos lo importante que éramos las unas para las otras y nos diéramos cuenta de lo importante e increíble que es el escultismo.»